Por Alfred Kammer, Jihad Azour, Abebe Aemro Selassie, IIan Goldfajn y Changyong Rhee
El conflicto asesta a la economía un grave golpe que frenará el crecimiento y elevará los precios.
Aparte del sufrimiento y la crisis humanitaria causados por la invasión rusa de Ucrania, toda la economía mundial sentirá los efectos de la desaceleración del crecimiento y el aumento de la inflación.
Los efectos se transmitirán por tres canales principales. En uno, los precios más altos de productos básicos como los alimentos y la energía elevarán aún más la inflación, lo cual a su vez erosionará el valor de los ingresos y deprimirá la demanda. En el segundo, las economías vecinas en particular tendrán que hacer frente a perturbaciones en el comercio, las cadenas de abastecimiento y las remesas, así como a un aumento histórico de los flujos de refugiados. Y en el tercero, la confianza mermada de las empresas y la mayor incertidumbre de los inversionistas incidirán en los precios de los activos, endureciendo las condiciones financieras y posiblemente provocando salidas de capitales de las economías emergentes.
Rusia y Ucrania son importantes productores de materias primas, y las perturbaciones han provocado una escalada de los precios mundiales, sobre todo de petróleo y gas natural. Los costos de los alimentos se han disparado; el trigo, del que Ucrania y Rusia exportan un 30% mundial, ha alcanzado precios históricos.
Aparte de las repercusiones mundiales, los países con exposiciones directas por vía del comercio, el turismo o las finanzas soportarán presiones adicionales. Las economías que dependen de las importaciones de petróleo registrarán mayores déficits fiscales y comerciales y un aumento de la presión inflacionaria, pero algunos exportadores, como los de Oriente Medio y África, se beneficiarán de los precios más altos.
Las subidas más drásticas de los precios de los alimentos y los combustibles pueden incrementar el riesgo de malestar en algunas regiones, desde África subsahariana y América Latina hasta el Cáucaso y Asia Central, y es probable que la inseguridad alimentaria se agudice más en partes de África y Oriente Medio.
Cuantificar estas repercusiones es una tarea difícil, pero desde ya resulta probable que nuestros pronósticos se revisen a la baja cuando presentemos un panorama más completo en nuestro informe sobre las Perspectivas de la economía mundial (informe WEO, por sus siglas en inglés) y las evaluaciones regionales.
A más largo plazo, es posible que la guerra altere fundamentalmente el orden económico y geopolítico mundial, si se produjeran una transformación del comercio de energía, una reconfiguración de las cadenas de abastecimiento y una fragmentación de los sistemas de pagos, y si los países se replantearan la composición de sus tenencias de monedas de reserva. El agravamiento de la tensión geopolítica acrecienta los riesgos de fragmentación económica, sobre todo en materia de comercio y tecnología.
Europa
El costo ya es enorme en Ucrania. Las sanciones sin precedentes impuestas a Rusia reducirán la intermediación financiera y el comercio, causando inevitablemente una profunda recesión en esos países. La depreciación del rublo está alimentando la inflación, menoscabando cada vez más los niveles de vida de la población.
La energía es el principal canal de propagación de las repercusiones en Europa dado que Rusia es una fuente crucial de importaciones de gas natural. Los trastornos más generalizados en las cadenas de abastecimiento también pueden acarrear consecuencias graves. Estos efectos darán fuelle a la inflación y desacelerarán la recuperación posterior a la pandemia. Europa oriental experimentará aumentos de los costos de financiamiento y en el número de refugiados. La región ya ha absorbido la mayor parte de los 3 millones de personas que han abandonado Ucrania recientemente, según datos de las Naciones Unidas.
Es posible que los gobiernos europeos también deban confrontar presiones fiscales derivadas de aumentos del gasto en seguridad energética y en presupuestos de defensa.
Si bien a nivel mundial las exposiciones externas frente a los activos rusos que se desploman son moderadas, la presiones sobre los mercados emergentes pueden aumentar si los inversionistas optaran por buscar plazas más seguras. De igual forma, las exposiciones de la mayoría de los bancos europeos frente a Rusia son moderadas y manejables.
Cáucaso y Asia Central
Más allá de Europa, estas naciones vecinas notarán mayores consecuencias derivadas de la recesión en Rusia y las sanciones. Los estrechos vínculos comerciales y de los sistemas de pago traen consigo una moderación del comercio, las remesas, la inversión y el turismo, lo cual incidirá negativamente en el crecimiento económico, la inflación y las cuentas externas y fiscales.
A los exportadores de materias primas debería beneficiarles el alza de los precios internacionales, pero también se enfrentan al riesgo de una disminución de las exportaciones de energía si las sanciones se extienden a los oleoductos y gasoductos que atraviesan Rusia.
Oriente Medio y Norte de África
Es probable que los precios más altos de los alimentos y la energía y las condiciones financieras mundiales más restrictivas tengan fuertes repercusiones. Egipto, por ejemplo, importa alrededor del 80% de su trigo de Rusia y Ucrania. Y, al ser un popular destino turístico de ambos países, sufrirá una contracción del gasto de visitantes.
Las políticas para contener la inflación, como los mayores subsidios del gobierno, podrían ejercer presión sobre las ya débiles cuentas fiscales. Además, el empeoramiento de las condiciones financieras externas puede ocasionar salidas de capital e imponer un lastre al crecimiento en los países con niveles elevados de deuda y fuertes necesidades de financiamiento.
Las subidas de precios pueden exacerbar las tensiones sociales en algunos países, como los que adolecen de redes de protección deficientes, pocas oportunidades de empleo, espacio fiscal limitado y gobiernos impopulares.
África subsahariana
Esta crisis pone en peligro el progreso que se estaba logrando justo cuando el continente estaba recuperándose poco a poco de la pandemia. Muchos países de la región son especialmente vulnerables a los efectos de la guerra, precisamente por el encarecimiento de la energía y los alimentos, la disminución del turismo y las posibles dificultades para acceder a los mercados internacionales de capital.
El conflicto ha estallado en un momento en que la mayoría de los países disponen de un margen mínimo para aplicar políticas para contrarrestar los efectos del shock. Esto tenderá a intensificar las presiones socioeconómicas, la vulnerabilidad de la deuda pública y las secuelas duraderas de la pandemia a las que ya se enfrentaban millones de hogares y empresas.
Los exorbitantes precios del trigo son especialmente preocupantes para una región que importa alrededor de un 85% del suministro, del cual un tercio proviene de Rusia o Ucrania.
Las Américas
Los precios de los alimentos y la energía son el principal canal de transmisión de las repercusiones, que serán sustanciales en algunos casos. Es probable que los precios elevados de las materias primas aceleren notablemente la inflación en América Latina y el Caribe, en donde cinco de las principales economías ya registran una tasa anual media de 8%: Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. Es posible que los bancos centrales tengan que defender con más tesón la credibilidad de la lucha contra la inflación.
Los efectos del encarecimiento de las materias primas en el crecimiento varían. Los precios más altos del petróleo perjudicarán a los importadores en América Central y el Caribe, mientras que los exportadores de petróleo, cobre, mineral de hierro, maíz, trigo y metales pueden cobrar más por sus productos y amortiguar el impacto en el crecimiento.
Las condiciones financieras siguen siendo relativamente favorables, pero la intensificación del conflicto puede causar tensiones financieras mundiales que, sumadas a una política monetaria más restrictiva, impondrán un lastre al crecimiento.
Estados Unidos tiene pocos lazos con Ucrania y Rusia, lo cual diluye los efectos, pero la inflación ya había tocado un máximo no registrado en cuatro décadas antes de que la guerra incrementara los precios de las materias primas. Esto significa que los precios quizá sigan subiendo al tiempo que la Reserva Federal empieza a elevar las tasas de interés.
Asia y el Pacífico
Los efectos derivados de Rusia probablemente sean limitados dada la falta de vínculos económicos estrechos, pero el menor crecimiento de Europa y de la economía mundial pasará una fuerte factura a los grandes exportadores.
Los mayores efectos en las cuentas corrientes se observarán en las economías importadoras de petróleo de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), India y las economías preemergentes, incluidas algunas islas del Pacífico. Esta situación podría verse agravada por la disminución del turismo en naciones que dependen del turismo ruso.
En el caso de China, los efectos inmediatos deberían ser más reducidos porque el estímulo fiscal ayudará a alcanzar la meta de crecimiento fijada para este año de 5,5%, y porque Rusia compra una cantidad relativamente pequeña de sus exportaciones. Aun así, los precios de las materias primas y el debilitamiento de la demanda en los principales mercados de exportación plantean nuevas dificultades.
Los efectos secundarios son similares en los casos de Japón y Corea, donde nuevos subsidios al petróleo podría atenuar los impactos. En India, los mayores precios de la energía elevarán la inflación, que ya se encuentra en la parte superior del rango fijado como meta por el banco central.
Las presiones sobre los precios de los alimentos en Asia deberían verse aliviadas por la producción local y la mayor dependencia del arroz que del trigo. La carestía de las importaciones de alimentos y energía elevarán los precios a los consumidores, aunque los subsidios y los topes sobre los precios de los combustibles, alimentos y fertilizantes posiblemente amortigüen el impacto inmediato, pero con costos fiscales.
Shocks mundiales
Las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania ya han conmocionado no solo a esas naciones sino también a la región y el mundo, y ponen de manifiesto la importancia de contar con una red mundial de seguridad y mecanismos regionales para proteger las economías.
«Vivimos en un mundo más propenso a los shocks», declaró la Directora Gerente del FMI ante periodistas en una rueda de prensa en Washington. «Y necesitamos un frente mancomunado para encarar los shocks que vendrán».
Aunque algunos efectos quizá no se materialicen en su totalidad por muchos años, ya hay señales claras de que la guerra y la consiguiente escalada de los costos de materias primas esenciales complicarán la tarea de las autoridades en algunos países de encontrar el difícil equilibrio entre contener la inflación y apoyar la recuperación económica tras la pandemia.
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Alfred Kammer es Director del Departamento de Europa del Fondo Monetario Internacional desde agosto de 2020. En esta función, supervisa el trabajo del FMI con Europa.
Con anterioridad, el Sr. Kammer fue Jefe de Gabinete de la Oficina de la Directora Gerente, donde asesoraba a la Directora Gerente sobre cuestiones operativas y estratégicas y supervisaba las actividades del equipo de dirección; Subdirector del Departamento de Estrategia, Políticas y Evaluación, donde supervisaba el trabajo sobre la estrategia y la política de supervisión del FMI; Subdirector del Departamento del Oriente Medio y Asia Central, donde supervisaba la evolución económica regional y cuestiones relacionadas con el sector financiero; Director de la Oficina de Gestión de la Asistencia Técnica, donde asesoraba a la dirección sobre las operaciones de asistencia técnica y supervisaba la obtención de fondos y las asociaciones globales para el fortalecimiento de las capacidades, y Asesor del Subdirector Gerente. El Sr. Kammer también fue Representante Residente del FMI en Rusia. Desde que se incorporó al FMI, el Sr. Kammer ha trabajado con países de África, Asia, Europa y Oriente Medio, y se ha encargado de un amplio abanico de cuestiones estratégicas y de política económica.
Jihad Azour es Director del Departamento de Oriente Medio y Asia Central del Fondo Monetario Internacional, donde supervisa la actividad institucional en Oriente Medio, Norte de África, Asia Central y el Cáucaso.
Azour fue Ministro de Hacienda del Líbano en 2005-08, cargo en el cual coordinó la implementación de importantes reformas, como la modernización del sistema tributario y aduanero del país. Previa y posteriormente, ocupó una amplia variedad de cargos en el sector privado, como en McKinsey y en Booz and Co., donde fue vicepresidente y asesor ejecutivo principal. Antes de ingresar al FMI en marzo de 2017, fue socio gerente de la empresa de inversiones Inventis Partners.
Azour tiene un doctorado en Finanzas Internacionales y un título de posgrado en Economía y Finanzas Internacionales del Institut d'Etudes Politiques de París. Realizó estudios sobre las economías emergentes y su integración a la economía mundial como parte de su posdoctorado en la Universidad de Harvard. Es autor de varios libros y artículos sobre cuestiones económicas y financieras, y tiene una larga trayectoria docente.
Abebe Aemro Selassie es el Director del Departamento de África del FMI, del que antes fue Subdirector. En el FMI, ha dirigido los equipos de trabajo encargados de Portugal y Sudáfrica y de la elaboración de Perspectivas económicas regionales: África subsahariana. También ha trabajado con Tailandia, Turquía y Polonia, así como en una amplia gama de temas de política económica. De 2006 a 2009 fue Representante Residente del FMI en Uganda. Antes de incorporarse al FMI, trabajó para el Gobierno de Etiopía.
Ilan Goldfajn es Director del Departamento del Hemisferio Occidental. Fue Gobernador del Banco Central do Brasil (BCB) entre mayo de 2016 y febrero de 2019. Durante su mandato en el BCB, supervisó la implementación de importantes cambios regulatorios que abrieron la puerta a nuevos participantes en el sector de servicios financieros, impulsó la innovación y digitalización, y promovió el crecimiento de las empresas de tecnofinanzas, lo que ha tenido un impacto positivo en el sector financiero de Brasil. En 2017, fue elegido Banquero Central del Año por la revista The Banker, y el año siguiente, fue nombrado Mejor Banquero Central por la revista Global Finance.
En el sector privado, el Sr. Goldfajn ocupó diversos cargos, como el de Economista Jefe y Socio de Itaú Unibanco, Socio fundador de Ciano Investimentos, y Socio y Economista en Gávea Investimentos, tres instituciones financieras de primera línea en Brasil. Más recientemente, se desempeñó como Presidente del Consejo Asesor de Credit Suisse Brasil. También ha trabajado como consultor para diversos organismos internacionales, como el Banco Mundial, las Naciones Unidas y el FMI.
Dictó clases de economía en varias universidades de Brasil y Estados Unidos, y ha publicado numerosos artículos y libros. Tiene un doctorado en Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), una maestría en Economía de la Pontifíca Universidade Católica y una licenciatura en Economía de la Universidade Federal, ambas en Río de Janeiro, Brasil.
Chang Yong Rhee es el Director del Departamento de Asia y el Pacífico del FMI. Antes de incorporarse al FMI, ocupó el cargo de Economista Principal en el Banco Asiático de Desarrollo (BAsD). Fue Portavoz Principal del BAsD sobre tendencias económicas y de desarrollo, y supervisó el Departamento de Economía y Estudios. Fue Secretario General de la Comisión Presidencial de la cumbre del G-20 en la República de Corea. Antes de incorporarse a la Comisión de Servicios Financieros (FSC), fue Profesor Titular de Economía en la Universidad Nacional de Seúl y Profesor Adjunto en la Universidad de Rochester. Asimismo, con frecuencia y de manera activa, se desempeñó como Asesor Político del Gobierno de Corea, en la Oficina del Presidente, el Ministerio de Finanzas y Economía, el Banco de Corea, el Depósito de Valores de Corea y el Instituto Coreano para el Desarrollo. Su labor de investigación se centra en la macroeconomía, la economía financiera y la economía coreana, y ha publicado varias obras relacionadas con estos campos. Se doctoró en Economía por la Universidad de Harvard y obtuvo su licenciatura de Economía en la Universidad Nacional de Seúl.